Agricultura de conservación: una opción para la sostenibilidad

febrero 8, 2023

En un contexto en el que la protección del medio ambiente y de la salud humana es prioritaria, la agricultura de conservación es fuertemente promovida por organizaciones e instituciones mundiales.

Esta práctica pretende conservar la materia orgánica del suelo y mejorar su calidad mediante prácticas agrícolas sostenibles, como la reducción de las labranzas, la cobertura constante del suelo y la diversificación de cultivos para aumentar la fertilidad del suelo. La propia Política Agrícola Común (PAC) de la UE, con el objetivo de garantizar una producción de alimentos segura, apoyar las economías rurales y proteger el medio ambiente, fomenta y financia un planteamiento como la agricultura de conservación, destinada a preservar la salud del suelo, el equilibrio ecológico y la biodiversidad, evitando al mismo tiempo el uso excesivo de productos químicos y prácticas intensivas.

Agricultura de conservación frente a agricultura convencional

Además de un concepto de sostenibilidad intrínseco a la agricultura de conservación, esta práctica se diferencia de la agricultura convencional por otras razones que van mucho más allá del respeto por el suelo.

Frente al cultivo intensivo de la agricultura convencional, destinado a maximizar la fertilidad del suelo, la agricultura de conservación contrapone técnicas de cultivo sostenibles como la rotación de cultivos, el abono en verde orgánico, la cobertura del suelo y el control mecánico de las malas hierbas. La aplicación de prácticas agrícolas alternativas conlleva una reducción del uso de productos químicos, que en la agricultura convencional están destinados a aumentar la productividad y proteger los cultivos, pero corren el riesgo de dañar los ecosistemas circundantes. En este caso, gracias al menor uso de productos químicos y a la aplicación de prácticas sostenibles que mejoran la calidad y la fertilidad del suelo a largo plazo, el enfoque de conservación tiene un menor impacto ambiental que la agricultura convencional.

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Las labranzas de conservación

Con el objetivo de preservar la materia orgánica y la estructura del suelo, las labranzas de conservación implica una intervención mínima en el suelo para aumentar la productividad y reducir el impacto medioambiental.

ARADO ECOLÓGICO
Aunque el arado es considerado por muchos anticuado y demasiado invasivo, puede llevarse a cabo dentro de la agricultura de conservación dentro de ciertos límites. Mediante el uso de arados ecológicos (maquinaria moderna diseñada para una labranza del suelo no solo superficial sino también más sostenible) se puede, de hecho, trabajar a poca profundidad (15-18 cm), sin comprometer la materia orgánica presente y limitando (si no eliminando del todo en algunos casos) el uso de agentes químicos. Sin embargo, junto con el arado ecológico, debe realizarse una labranza adicional destinada a proteger el sustrato orgánico.

AIREACIÓN DEL SUELO
Mediante esta labranza, que sirve para romper y mezclar la superficie del suelo, se trabaja la tierra hasta una profundidad máxima de 15 cm. El efecto de vuelco será mínimo, pero se conseguirá un suelo más blando (por tanto, más fácil de cultivar) y naturalmente más rico en materia orgánica, dada la gran cantidad de residuos en la superficie.

SUBSOLADO
Esta labranza, combinando el subsolador con una serie de accesorios, también puede realizarse a poca profundidad, de 15 a un máximo de 35 cm, mezclando el suelo y creando canales para ayudar a mantener el agua en el suelo. De este modo, los cultivos eventuales tendrán acceso constante a una fuente de humedad y no habrá que regarlos con frecuencia. Además de ahorrar agua y reducir el impacto ambiental, el subsolado también mejora la estructura del suelo, aumenta la capacidad de drenaje (útil en épocas de lluvia), reduce el riesgo de erosión y aumenta la biodiversidad.

FRESADO
El objetivo de este tipo de labranza es romper y mezclar las capas superficiales del suelo. Picando en el suelo a poca profundidad, aumentará su humedad y la disponibilidad de nutrientes para una mayor fertilidad.

Agricultura de conservación: equipamiento

La elección de maquinaria agrícola para la agricultura de conservación requiere una cuidadosa evaluación de múltiples factores para garantizar que el equipo elegido se adapte a las necesidades específicas y contribuya a un uso más sostenible de los recursos. Desde el punto de vista de la conservación, la maquinaria utilizada debe minimizar los efectos negativos sobre el suelo y el medio ambiente para garantizar una producción agrícola sostenible a largo plazo. Los principales factores a tener en cuenta a la hora de elegir su equipamiento serán sin duda los de adaptabilidad, funcionalidad, calidad y sostenibilidad.

El cultivador combinado, una herramienta creada para la mínima labranza, trabaja principalmente en la superficie (10-25 cm) y en una sola pasada permite mezclar, nivelar y compactar el suelo, manteniéndolo húmedo y preparándolo para la futura siembra.

El cultivador de discos trabaja entre 5 y 15 cm, y en una sola pasada es capaz de mezclar mucho y luego nivelar el suelo. El vuelco que se crea es mínimo, mientras que la cantidad de residuos que se acumula en la superficie es elevada y aporta de forma natural nutrientes adicionales al suelo.

El subsolador es una máquina capaz de escarificar el suelo, drenarlo y potenciar su fertilidad. Se utiliza para la labranza en profundidad pero, combinada con los accesorios adecuados, puede trabajar hasta una profundidad de 25 cm, con un elevador poder de mezcla.

La fresadora es también una máquina capaz de conservar la materia orgánica del suelo, trabajando a una profundidad de entre 5 y 25 cm y utilizándose al final de los abonos verdes y cultivos de cobertura (o cubiertas agroecológicas), sembrados para mejorar la calidad del sustrato aportando nutrientes al suelo.

Las máquinas combinadas, aunque no forman parte del equipo típico de conservación, pueden utilizarse para realizar varias labranzas en una sola pasada. Esto contribuye a reducir el tiempo y los costes de labranza, pero sobre todo las emisiones y el impacto en el suelo.

Por qué se promueve hoy la agricultura de conservación

Que entes y organizaciones como la FAO promuevan la agricultura de conservación en todo el mundo no es casualidad: una práctica que fomenta el uso responsable de los recursos naturales para contribuir a garantizar un futuro más sostenible y seguro para la población mundial.

Aumentar la fertilidad del suelo mediante prácticas de bajo impacto ambiental es un objetivo central que persiguen las políticas agrícolas internacionales, ya que de la calidad del suelo depende la calidad de las cosechas. Cosechas que se transforman en forraje para la alimentación animal y en alimentos para el ser humano.

La agricultura marca el desarrollo de la vida, de cada vida: sin un suelo fértil, sería imposible alimentar al mundo animal, a la población, así como producir la energía necesaria para llevar a cabo nuestras actividades cotidianas. Por eso, salvaguardar la salud de los suelos del planeta se convierte en la clave para asegurar nuestro futuro.

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